Dos hombres con cuchillo atracan el aula de un instituto en Suecia en medio de una clase

Buena parte de nuestra sociedad y nuestra economía está basada en la convicción de los padres de que los hijos están seguros cuando los dejan en el colegio para acudir a sus puestos de trabajo. Esto se da por hecho en Suecia, que pasa por ser uno de los países más seguros del mundo. Por eso este suceso en la ciudad de Västerås, de unos 125.000 habitantes, está haciendo tambalear las seguridades de toda una sociedad.

Dos hombres entraron el lunes en el instituto Rudbeckianska y se dirigieron a una de las clases de Bachillerato. Iban vestidos con ropa oscura, llevaban gorros negros en la cabeza y se cubrían parte de la cara con la mascarilla reglamentaria, por lo que su paso por la portería del colegio no había alertado a nadie.

Tras dar una patada en la puerta, amenazaron a los alumnos con cuchillos que sacaron de los bolsillos de sus abrigos y exigieron que les fueran entregados todos los ordenadores y teléfonos móviles.

El profesor, también amenazado con un cuchillo en el cuello, instó a los chicos a hacer lo que les pedían. Los atracadores metieron tantos dispositivos como pudieron en varias mochilas y pretendían llevarse en las manos el resto, pero tuvieron que dejar varios de ellos en el aula porque no podían con todo. En el aula de al lado, otros dos profesores mantenían una reunión de trabajo cuando escucharon los gritos de los alumnos. Salieron al pasillo, para averiguar qué estaba pasando, y su presencia impulsó a los ladrones a emprender la huida. Salieron del colegio en dirección a la iglesia próxima al centro y, para escapar con mayor facilidad, abandonaron una de las mochilas con parte del botín por el camino. Los docentes siguieron varios cientos de metros una persecución en la que, sin embargo, no lograron darles alcance. Durante la huida, más adelante, intentaron forzar la puerta de un coche y dos personas que pasaban casualmente por allí intentaron detenerlos. Una de ellas resultó herida. La policía acudió en pocos minutos al colegio, pero no ha realizado todavía ninguna detención.

«No hubo tiempo para pensar. Salieron corriendo en cuanto nos vieron y a mí me parecieron chavales jóvenes. Comenzamos a perseguirles sin siquiera saber con certeza lo que estaba ocurriendo. Aunque desde el aula nos gritaban que tuviésemos cuidado, que tenían cuchillos, fue todo tan rápido que no pudo parar a calcular la amenaza», ha declarado uno de los profesores al diario Aftonbladet. «Algo así no debería pasar nunca en una escuela, es terrible», ha declarado el director Henrik Petterson, «los chicos están ahora tristes, enojados y conmocionados por lo sucedido. Y nosotros nos sentimos impotentes. No podemos garantizar la seguridad de los alumnos y eso nos crea una gran inseguridad». «¿Qué debo decirle a mis hijos por la mañana, cuando se van al colegio? ¿Que tengan cuidado con los atracadores? Se supone que debemos infundirles confianza, no miedo, pero ellos mismos han experimentado esa inseguridad y nadie nos dice cómo podemos gestionarlo», se queja una madre con dos hijos en el centro.

Violencia armada

El hecho es que Suecia, considerada durante décadas el paradigma del Estado del bienestar y la seguridad, está descendiendo en picado en el ranking de sociedades menos violentas. A principios de los 2000, ocupaba el puesto 18 entre 22 países europeos en términos de muertes por armas de fuego. Es decir, estaba entre los de menor violencia armada dentro de una región que es de por si poco violenta a escala mundial. En 2003, Suecia registró 2 muertes violentas por cada millón de habitantes, cuando la media europea era de 3.8, según un informe reciente del Consejo Nacional Sueco para la Prevención del Delito (BRA por la sigla en sueco). Pero a partir de 2012 se dispararon las cifras, que llegaron a su pico en 2017, último año con cifras contrastadas según el informe del BRA: 4 muertes por millón de habitantes, el doble que en 2003, mientras que el promedio europeo había descendido a 1.6. En ningún otro país del continente se ha visto un incremento comparable. De hecho, Suecia pasó del puesto 18 al 2, solo por debajo de Croacia.

Las causas de este fenómeno pasan por el deterioro de las condiciones sociales. El 18,8% de los suecos está hoy en riesgo de caer en la pobreza, cuando en 2005 ese porcentaje era del 14,4% de la población, el segundo nivel more bajo de toda Europa, apenas superado por Islandia (13,3%). También ha empeorado la distribución de los ingresos. El índice Gini, que mide la desigualdad de 0 (mínimo) y 1 (máximo), es de 0,276; 0.03 puntos menos que la media europea, en el décimo lugar de la lista europea. Hace años diez era 0.263, en el séptimo puesto. Otra novedad es la dificultad del Estado sueco para integrar a la gran cantidad de población inmigrante recibida en los últimos años. Según el Consejo Noruego para los Refugiados, Suecia es el noveno país del mundo que mayor cantidad de solicitantes de asilo admitió en relación a su población entre 2010 y 2019. En Europa figura en el primer puesto. «Hace unos años era impensable que en un colegio sucediese algo así en un colegio, en un país como este en el que robar no merecía la pena porque todo el mundo tiene acceso a las ayudas sociales, pero ahora vemos que pasa y ni siquiera nuestros padres y nuestros profesores saben cómo explicarlo», dice Anke,una alumna del Rudbeckianska, «solo se alegran de que, finalmente, no haya que lamentar ninguna desgracia».

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Fuente: ABC