La condena de Sarkozy provoca un torrente de polémicas

La condena de Nicolas Sarkozy a tres años de cárcel ha precipitado un torrente de polémicas, judiciales, políticas, periodísticas, confirmando que el expresidente provoca división, entusiasmo y rechazo inflamables.

Gran beneficiaria política de la condena del expresidente, Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), comenta la sentencia de este modo: «No me gusta que sea la justicia quién decida o no decida quién será mi rival en la próxima elección presidencial. Si Nicolas Sarkozy desea ser candidato, debiera poder hacerlo».

A la derecha tradicional, entre «Los Republicanos» (el partido de Sarkozy), el estupor y rechazo se confunden con el apoyo muy firme al expresidente. Valérie Pécresse, candidata a la candidatura conservadora a la elección presidencial, ha declarado: «Confirmo con firmeza mi respeto y consideración para nuestro expresidente. Todo deberá hacerse para que Sarkozy pueda lavar su honor, cuando se haga toda la verdad en un nuevo proceso, en segunda instancia».

En el seno de la 'macronía', la sentencia abre una brecha profunda. Gérald Darmanin, ministro del Interior de Emmanuel Macron, y antiguo portavoz de Nicolas Sarkozy, ha reaccionado de este modo: «Nuestro expresidente es un hombre honesto. Tiene siempre mi simpatía y respeto».

Por el contrario, Patrick Vignal, diputado y portavoz de «La República En Marcha» (LREM, el partido de Macron),no parece compartir ese punto de vista: «No ha sido un buen día para la democracia. La imagen de Francia ha quedado muy empañada en el extranjero. Se ama o no se ama a Sarkozy, pero la condena de un expresidenta es una mala noticia para nuestra democracia».

A la izquierda, Julien Bayou, secretario general de Europa Ecología Los Verdes (EELV), comparte esa opinión de fondo, agravada: «Una democracia se reconoce en su capacidad para juzgar a sus dirigente. Tras la histórica condena de Jacques Chirac, por corrupción, también, la condena de Sarkozy y su banda ilustra el buen funcionamiento de la justicia y las manchas de suciedad que empañan nuestra democracia».

A ese rosario de comentarios políticos, es necesario añadir los torrentes de opiniones periodísticas en todas las cadenas de radio y tv. En la intimidad política y familiar, Nicolas Sarkozy recibió muy pronto el apoyo apasionado y amoroso de su esposa, Nicolas Sarkozy. Intimidad empañada por penosas realidades inmediatas y futuras. Sarkozy no irá a la cárcel, por ahora. La presidenta del tribunal que lo ha condenado ha sustituido provisionalmente esa pena por un brazalete electrónico, cárcel policial para la vida íntima de una pareja que deberá afrontar dramas por venir: el expresidente deberá responder, como acusado, a otros escándalos por juzgar, a lo largo de los próximos meses.

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Fuente: ABC