Santuario de Lwiro, curar a las crías de chimpancé con amor

Compartimos casi un 99 por ciento de nuestro ADN, lo que nos acerca en inteligencia y padecimientos, el precio trágico de una psicología sofisticada. Aunque se separaron de nuestra línea evolutiva hace unos 7 millones de años, la empatía se enciende con una chispa ancestral si los miramos a los ojos o contemplamos con atención sus gestos. «El Santuario de Lwiro es un centro de rehabilitación para crías de chimpancé que se han quedado huérfanas por la caza furtiva», explica Itsaso Vélez (Vitoria, 1984), su directora técnica, desde las proximidades del lago Kivu, en la frontera de la República Democrática del Congo (RDC) con Ruanda. «Se mata a los adultos para comer y las madres son las víctimas

más fáciles, porque llevan a sus bebés a cuestas y van más lento», describe. «Las crías presencian cómo mueren y las descuartizan, y llegan aquí traumatizadas -lamenta-. Lo primero que tenemos que ofrecerles es seguridad, con una madre sustituta, y luego cuidados veterinarios, porque muchas sufren cortes en la piel, parásitos y enfermedades».

La labor del Santuario de Lwiro ha sido recientemente descrita en el cortometraje ‘Mama’ (Pablo de la Chica, 2020), nominado a los Goya y protagonizado por Mama Zawadi, una mujer congoleña con una dulzura que sobrecoge a los espectadores, y que supera sus propias experiencias traumáticas -que incluyen palizas y varias agresiones sexuales- gracias al amor terapéutico que le proporciona el cuidado de las crías de chimpancé. «Para ella, era difícil confiar en los seres humanos, pero más fácil hacerlo en otros que hayan pasado por lo mismo», explica la psicóloga Lorena Aguirre (Madrid, 1978), que también trabaja en el centro. «Los traumas provocan que el mundo se vuelva peligroso y se desconfíe de los que se tiene alrededor, desregulan el sistema nervioso autónomo y empujan al estado de supervivencia, en el que se espera todo el rato que pase algo malo», añade la especialista. «Así no se puede desarrollar una sociedad», reflexiona.

Tras la segunda guerra del Congo (1998-2003), los grupos armados que operaron en la contienda siguieron con sus pillajes y crímenes en las provincias de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri. Se trata de una región rica en recursos naturales que durante mucho tiempo ha sido castigada por la violencia, y también de un lugar clave para los primates, pues en esa franja fronteriza se encuentra el Parque Nacional Virunga, hogar de los gorilas de montaña. Como habitantes de la selva tropical, RDC también acoge a chimpancés y bonobos, dos especies esenciales para estudiar los orígenes del comportamiento humano. «Son animales que se ríen, lloran, sienten, patalean, y tienen el mismo elenco de emociones que nosotros», explica Aguirre. «Siempre llegan noticias negativas del Congo, pero queríamos enviar un mensaje de esperanza», reflexiona Vélez. «Si ayudamos a mejorar la salud mental de la población, el país puede arreglarse», sostiene la psicóloga.

Del trabajo de Aguirre también se benefician los congoleños, cada vez más concienciados de que el sufrimiento psicológico tiene solución. Lo mismo ocurre con el que padecen los chimpancés. «No son mascotas», subraya Vélez. «A veces, matan a las madres para vender a las crías en el mercado ilegal», denuncia. Su misión es que vuelvan curados a la naturaleza. «Mi sueño es que no seamos necesarios».

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Fuente: ABC